LA MAQUINA DE SONAR II
- El arte de la conjetura musical –
(Improvisación), escritura (sonora) que oscila entre dos lenguas con los efectos de hurto y don inevitables en el traidor juego de quien traduce.
Liliana Heer
Hospedarse en la conflictividad del otro
Cuando a la casa del lenguaje se le vuela el tejado y las palabras no
guarecen, yo hablo.
Alejandra .Pizarnik.
“La imaginación no es atributo común. Poder expresarla requiere lucidez, inteligencia y disciplina.
Hermeregildo Sábat.
Improvisar propone más , un problema que una solución.
La
lucha de la fiera marca una senda a la fiera.
Djuna Barnes.
Su
hábito es el idioma de la ambigüedad, su hábitat lo enigmático, su destino es componer
un “ritornello”, morada de la diferencia.
Entre la duda y a la incertidumbre, abriga la opacidad,
lo alusivo, lo sugerente, una modalidad
de estar o IN o NI, para que el desprevenido tense inocentemente sus probabilidades.
Sin embargo, se permite, pequeñas detenciones, descansos, mojones o postas
circunstanciales para respirar aires nuevos, tomar impulsos, rebotar sobre las arenas movedizas y saltar
hacia otros confines.
Una
manera de decir difícil de traducir?
La razón es
sedentaria.
La locura es nómade.
La razón trae el miedo de pasar los límites
. La locura es un poder.
La significación no se esconde para ocultarse sino para insinuarse sutil y esporádica, con el ropaje del Sentido. Tiene un antiguo baúl, colmado de disfraces, dispuestos al uso. Para el sentido todo el año es carnaval!
La
significación vive intangible sobre la superficie, logra acceder allí controlando
las técnicas de lo invisible, aparece
con el sigilo del mimetizado.
En tanto el sentido, prefiere dialogar con la
intimidad, despliega su aroma seductor para que los improvisantes se sientan atraídos
por las emanaciones de su fragancia y
sepan que el que está allí es él, se ofrece a la posibilidad de embriagarse con su bouquet.
Su mejor arma es el erotismo, canto de sirena
que seduce dejándose ver en la entrelinea.
Erótica
de la improvisación: fragmentos de un discurso triangular amoroso articulación geométrica,
entre lo sonoro, los improvisantes y el sentido. El éxtasis de un espacio de canje. El sentido es la
plusvalía de la significación.
Parafraseando
a José Luis Pardo: “en que condición
lo invisible deviene visible y lo visible deviene visto” o musicoterapeuticamente hablando en que
condición lo sonoro deviene cuerpo intensidad que escucha.
(Poetizar, es hacer estallar el lenguaje, desarticular sintaxis, “en la gramática duerme el poder”. Se trata de llevar la esencia de lo poético y el pensar a la extrema discordia y de este modo fundar su acuerdo).
Sin
embargo su estilo es darse por cuenta gotas, no vaya a ser que tanto saber
termine emborrachando al bebedor. Se toma a sorbos pequeños para disfrutarlo
mejor, como esos refinados licores
añejados por el tiempo.
Nada
tan placentero como el gusto que produce saborear lo inesperado.
La
improvisación nos advierte: cuanto más digresión, mejor!, aliente permanente la dispersión,
prefiera los circuitos que se expandan, haga caminos por geografías inexploradas,
machete en mano abra el paso apartando la maleza y deje que los rayos de claridad
del entendimiento iluminen y entibien el
devenir.
La
improvisación pone al improvisante en estado de indigencia, carencia y
necesidad.
Toda
improvisación sonante es cartografía, arroja al ilustrante a dibujar a tiempo
real, lo que va haciendo, al instante se desvanece, pero el enigma es el
tatuaje sonoro, la marca que deja en los
cuerpos.
Ray Bradbury en el cuento “el hombre ilustrado”, describe un cuerpo dibujado por el que pasan infinitos relatos.
Narraciones que dejan sus marcas, cicatrices de las ficciones de un hablante que ha sido hablado...
Pregnancia de sonido fugaz, donación de lo pasajero, arrebato de las permanencias.
Si
la improvisación es una historia sonora que intenta contarse, siempre
trastabilla y no termina de decirse.
Escritura
y des-critura, un ir y venir de la invención al deshecho, una convivencia copulando en el mismo lecho.
Entre
el adivino y el profeta, la
categorización de improsonoro (el
adivino) e improsonante (el profeta) dos personajes del decir, dos socios
de parrandas y complicidades.
El
improsonoro es adivino en estado de exaltación, le asisten las imágenes y
sonidos que brotan de su cuerpo, de su voz, de sus instrumentos, en tanto el
improsonante es profeta, reflexiona, resuelve los crucigramas sonoros y da sentido a las visiones del adivino.
El
profeta, sabe que los enigmas del sentido no tienen solución ni poseen una
respuesta única o correcta, mucho menos verdadera. Admite negociar y resolver ciertas dificultades posibles pero como parcialidades y fragmentaciones, nunca el todo, como una manera de conservar la potencia de lo
siempre indeterminado.
La
improvisación degusta del suspenso, pero mucho más de la suspensión, a la que
prefiere por sobre la respuesta.
“Como
en toda adivinación el consultante amoroso debe hacer él mismo su verdad”.
La
verdad no nace, ni se encuentra, se origina…
Los
improvisantes, saben que conviene desplazarse por meteorologías transgresoras,
micro climas tormentosos, electricidades…turbulencias emocionales (según Bion),
que desestabilicen la verticalidad, desvíen los rumbos establecidos, vuelen a
la deriva.
Un
viaje en globo con los vientos soplando su torbellino al azar en la nuca del interesado.
Inquietud, investigación y misterio,
tres figuras que ocupan el lugar del improvisante.
La lucha por una
subjetividad moderna pasa por una resistencia a las dos formas actuales de
sujeción, una que consiste en individuarnos según las exigencias del poder,
otra que consiste en vincular cada individuo a una identidad sabida y conocida,
determinada de una vez por todas. La lucha por la subjetividad se presenta,
pues, como derecho a la diferencia y derecho a la variación, a la metamorfosis
(Deleuze, 1987).
No
se trata de secretos ni de interrogatorios, a la clínica le conviene las
preguntas indirectas, la media voz, la gramática con faltantes y ausencias, como
rompecabezas con piezas perdidas, incompleto, espacios que necesitan de llenado circunstancial con la
invención de cosas nuevas.
Lo
que suena deviene de una pluralidad de causas, causalidad que aloja a su vez una
multiplicidad de acontecimientos posibles.
Los surrealistas, proponían una integración de los opuestos.
Y, aún más, una anulación de los contrarios
(Piña, 1999)
http://www.youtube.com/watch?v=EMAYC8BUNHo.
http://www.youtube.com/watch?v=EMAYC8BUNHo.
Improvisar, arte de lo conjetural, trabajar con argumentos probables a veces ciertos y otras verosímiles, pero que no se rigen por un método único ni por tecnicismos organizados de manual.
Se
deja llevar por el proceso creador, por
todos los métodos y ninguno.
Que
las técnicas suelten sus amarras, y se desentiendan de la tutela de la razón, se
liberen de la captura de lo obvio para reinventarse y preguntarse:
Y ahora cómo? o , y ahora qué?
La
improvisación navega mediante instrumentos y artefactos preparados para la
errancia, sus brújulas jamás señalan ni dan en el blanco o indican un norte sino que cada vez que son consultadas
responden en sentido oblicuo, dispositivo cuyo imaginario geométrico no tiene
incluida la línea recta ni como respuesta ni como rumbo cierto.
Se
trata de la picardía de un acertijo al que hay que tenerle cuidado porque es un
embustero crónico. “el engaño es una disciplina que exige atenciones
permanentes”
El
sonido y el sentido son amistades “anfibológicas”,
criaturas laboriosas capaces de vivir tanto en las superficies como en las
profundidades, organismos estructuralmente preparados para una existencia de alternancia.
Ambos se confabulan, conspiran y copulan para darle un dolor de cabeza a la
interpretación.
Lo
indicios y las señas recuerdan que lo que suena dice lo que dice y más de lo dice y otra cosa distinta
también.”Son refugio de un deseo que vive en fuga”
Los
improvisantes, cuando son llevados de la mano por la emoción, disfrutan de la
dicha y aun del desvelo de lo enigmático con aquello que lo sonoro les propone.
La
música dona a la clínica musicoterapeutica, la idea de improvisación como
espacio productivo, figura de la invención y maquina de la creatividad:
El
tempo de la improvisación no es ni pasado, ni futuro, sino el devenir, siempre bifurcando por
innumerables planos y coexistiendo en simultaneidad.
“Los devenires son contingentes, no
imitan, ni asimilan, son producidos "entre", no tienen que ver con su
origen, ni con una meta que se propongan, se producen por medio de
desterritorializaciones disimétricas y descodificaciones no planificadas” .Devenir-se
es poetizar-se.
“Los devenires son imperceptibles,
las cosas nunca pasan allí donde se cree que van a pasar, ni por los caminos
que se esperan”.
Idea
tomada de Borges: en una adivinanza cuyo tema es el ajedrez ¿Cuál es la única
palabra prohibida? Respuesta, la palabra ajedrez. Los acertijos siempre encubren
aquellas palabras que puede dar pistas u
orientar hacia la solución.
La
improvisación se satura con todo lo que no muestra. Un exceso de no ausencias,
lo esencial es pícaramente invisible a la escucha.
Los
improvisantes saben en su “extimidad” que las improvisaciones engañan sin
mentir. Dan contraseñas, pistas falsas, indicios, ilusiones. Juegan más con el
misterio porque saben que la mentira tiene patas cortas:
Aquello que en la clínica se presenta como lo secreto, aun des-cubriendo parte del la revelación, reserva para sí mismo zonas privadas de no ingreso que guarda para provocar futuras averiguaciones, garantía que su opacidad y existencia permanecerán presentes. También el secreto tiene sus secretos.
Tres personajes van en busca de un creador: el antropólogo, el detective y el gramático. Tres nuevas indumentarias para el guardarropa del musicoterapeuta.
Cuando la belleza de lo sonoro seduce al improvisante, este se desabrocha los ropajes del sentido común, y disfruta de la frescura de la desnudez, la sensación es la de un soplo intenso de aire que renueva la respiración. El misterio es texto en el teatro privado de las figuras que ocupan el lugar del sujeto.
La
improvisación juega y se divierte con el arte de la indiscreción.
Cuidado
improvisadores!!! A veces la improvisación dice tener algo que no posee, pregona
a viva voz con la picardía de un vendedor ambulante una oferta de algo que no
se necesita, sabe que su trampa es mantener alerta la in-tensión para combatir
el aburrimiento comerciando el sentido común.
Especulan
con nuestras ganas de retornar a un pasado que nunca fue.
Poder
mantener activa la llama de lo in-significante, es combatir la somnolencia de la
rutina de “lo mismo”. Lo nimio puede irrumpir como novedad y contener
a lo secreto con movimientos precisos.
Faunos, demonios y
libertinos:
Fórmula
secreta para improvisar I: frotar sonidos, soltar potencias.
Fórmula
secreta para improvisar II: dar lugar a la desmesura de la experiencia
sensible.
Fórmula
secreta para improvisar III: hacer pensable, lo impensable que toda sensación
comporta.
Fórmula
secreta para improvisar IV: “Hacer audibles fuerzas que en sí mismas no lo
son”,
Improvisando
el sentido se disemina, se esparce entre existencias todavía sin
representación.
Es
conveniente estar avisados que toda improvisación son solo fragmentos, no
sabemos su real dimensión ni conocemos su verdadera magnitud pero sí que es inagotable.
Lo
que escuchamos son retazos en dis-continuidad,
de lo que no escuchamos. Siempre hay saldos pendientes.
La
improvisación ignora más de lo que escucha.
Lo
que queda por oír es más , que lo ya escuchado.
Mejor
ser audaz ante el desorden. “Cualidad evidente del que no corre peligro”
A
veces abrumado por tanto susurro de sonoridad se crean monstruosidades, ideas y
pensamientos, intensidades o
afectaciones que se desquician cuando son invitadas a salir de su cautiverio.
De pronto el musicoterapeuta devenido en improvisador se da
cuenta bruscamente que constriñe
al sonido en una red de tiranías: se
autoproclama único sabedor de la interpretación , dicta leyes consumadas en lugar de parlamentar con el otro, y lo
otro , su par improvisante , propone una
a-simetría que de piadoso deviene monstruoso.
A la
improvisación no la asusta el descontrol, comprende la necesidad de la demasía
como parte del juego, sabe que solo se trata de un animal asustado y conmovido ante
tanta libertad, que con el tiempo se tornara representable, y devendrá sonoro
La
improvisación rechaza al musicoterapeuta domador o el domesticador clínico mandatario
del despotismo que enclaustra los deseos ajenos, “todo deseo negado de
realización genera pestilencia”. Ni carceleros ni prisioneros. Cuando la
intervención es intrusiva deja al otro en estado de mudez y asfixia, le quita
la disposición del habla. Preferible la
plaga de la anarquía.
El discurso amoroso asfixia al otro, que no encuentra ningún
lugar para su propia
palabra bajo ese decir masivo. No es que
yo le impida hablar;
pero sé insinuar los pronombres: "
Yo hablo y tú me entiendes, luego existimos" (Ponge).
A veces,con terror, tomo conciencia de ese vuelco: yo, que me creía
Yo hablo y tú me entiendes, luego existimos" (Ponge).
A veces,con terror, tomo conciencia de ese vuelco: yo, que me creía
puro sujeto (sujeto
sujetado: frágil, delicado, lastimero), me
veo convertido en una
cosa obtusa, que anda a ciegas, que
aplasta todo bajo su
discurso; yo, que amo, soy indeseable,
alineado en las filas de
los fastidiosos: los que son pesados,
molestan, se inmiscuyen,
complican, reclaman, intimidan
(o más simplemente: los que hablan).
(o más simplemente: los que hablan).
Me he equivocado,
Monumentalmente.
(El otro es desfigurado por su mutismo, como en esos sueños
horrorosos en que una
persona amada se nos aparece con la
parte inferior del
rostro íntegramente borrada, privada de su
boca; y yo, que hablo,
también estoy desfigurado: el soliloquio
hace de mí un monstruo, una enorme lengua.)
El improvisante sabe: en toda improvisación hay tiempos muertos, espacios confinados a la espera de lo que todavía no ha tenido expresión, agujeros donde puede haber vida dentro todavía sin existencia.
Ofertar
Espera es “dar el don de lo posible”.
Lo
que ha sido invitado se ha retrasado en llegar a la cita.
Demora
dramática a la manera de una pieza teatral de tres actos:
El
primero llamado “las suposiciones”, el segundo, “la cólera” y el tercero “la
angustia”.
Tres
momentos de aparición aditiva en tanto el tiempo estire, la llegada tardía de lo que no llego...
Los
improvisadores pueden descubrirse a sí mismo como sufrientes capturados por
pasiones que muchos llaman síntoma y
otros llaman figuras. Se trata de alguien que arrastra un pesado carro con ruedas cuadradas de
avance casi imposible. El sufriente no tiene una identidad “sintomátizada”, sino
que se aferra a ella y la vive una y mil veces.
"Dolor por más que me atormentes, jamás diré
que eres algo malo". Kant
A
veces la improvisación camina por los huecos de las formas conocidas y otras comparte
la visión de lo que oculta. Una clínica de los intersticios. Imprevistos del
sentido
Los
improvisantes intuyen que su hacer es efímero, han sido llamados a un
acontecimiento singular e irrepetible. Cada vez es una vez, -vivencia de lo
único- que desmonta la lógica de la propiedad. Lo que tengo no es más de lo que
no tengo.
Se
trata de crear un espacio de la circunstancia, un no encuadre, un no lugar, un
no convencional, rodeados de escenografías no usuales, validadas por el alojar de las afectaciones más intensas
del Necesitado.
Un
no consultorio para la “clínica de la única vez” a la
intemperie, que instala intimidades y complicidades
efímeras, construye con nada un espacio bordeado,
una no habitación no limitada, sin
paredes ni techos pero saturada de privacidad, aun en medio de tanta multitud.
Tarea para el pensamiento. Ensanchar la palabra clínica, proveerle elasticidad y novedad,... liberarla de las ataduras que la confinan a lo estrictamente conocido, expandirla hacia donde sea convocada, colgarle las alas de la creatividad.
Los
sonidos de los improvisantes chocan contra los cuerpos, impacto acústico que golpea
y se evapora al instante.
Hace falta que estos des- encuentros se repitan
una y otra vez hasta que a fuerza de insistir, dejen una huella, abran una grieta, hagan una
señal, una grafía.
Afectación
que es al mismo tiempo un gesto, una expresión del cuerpo respondiendo,
comunicando que ha sido llamado, lo
expresado es el sonido, o más bien, la fuerza con que el sonido ha conmovido ese
cuerpo.
La
“cicatriz sonante” es marca
intensiva que da cuenta del acontecimiento.
La
improvisación hace huella, instala una memoria, mediante ella, el cuerpo recuerda la vibración del pasaje del sonido,
en tanto la imaginación, habilita la espera, la invocación de la repetición
periódica, y la sensibilidad se abre a la
experimentación con el estallido y
el temblor de la emoción.
Cuando
todo esto sucede podemos decir que ha tenido lugar un acontecimiento, un
pasaje, el cuerpo se ha “pliegado”, ha
sucedido un doblez.
Para
el sonido es un hábitat, que ha encontrado un lugar para existir, en el que
devenir-sentido, para el cuerpo un habito, por fin encontrado, en devenir
sensible.
Para lo sonoro el aprendizaje es sobre el poder de su
potencia, para el cuerpo es el aprendizaje de la percepción sensible, y para el
tiempo, la capacidad de generar un
espaciamiento para que algo Sea con el desliz del sentido.
La
improvisación avisa por las dudas que a esta altura de las ideas, los improvisantes
no se hayan dado cuenta: “toda revelación es a la larga insuficiente…”
Con
el tiempo, todo improvisante devendrá en improvisado,…
Dejará
de improvisar SOBRE acerca de algo , para
improvisar DESDE…punto de despegue del
devenir…
Habrá
que pensar que querrá decir esto oportunamente.
Porque
filtrado el fantasma, que queda?
No hay comentarios:
Publicar un comentario