jueves, 18 de julio de 2013

LA MAQUINA DE SONAR I
- Una poética de la improvisación musicoterapeutica -
Lo sonante no es lo sonoro

Me alquilo para sonar

Ser un ojo que escucha y un oído que ve.
R.S. un Mt.
           












 Lo inevitable rara vez sucede, es lo inesperado lo que suele ocurrir
                                                                                                          John M. Keynes

Hay que creerle siempre a la narración, nunca al narrador
D.H. Lawrence.











Toda sensación,
si uno quiere respetar su vivacidad y su acuidad
induce a la afacia
Stendhal.

           
 El sonido puede ser liberador, pero la potencia musicoterapeutica de las construcciones sonoras improvisadas interesan más por lo que posibilitan.

“no importa decirle a alguien lo que es sino dar indicios, señas,  de lo que puede convertirse”
           

Posibilidad como pasaje, presionando lo detenido, estancado, privado de movimiento, empoderado, alojado y  empujando simultáneamente hacia lo que todavía no tiene existencia.




“Lo importante no es lo que han hecho de nosotros,
 sino lo que hacemos con lo que han hecho de nosotros”.
            Oportunidad de poner en el mundo algo que antes no estaba.
            Lo sonoro libera secretos pero la creatividad propaga posibilidades.
            Las construcciones sonoras aportan distancia,  poniendo lo inquietante y a la vez extraño,  en lo propio, alienando la figura alojada, presentándola como en otro espacio,  como no pertenencia. Ambivalencia entre ajenidad y proximidad.
            Se trata de un pase de  ilusionista, un acto de magia hacia afuera, un empuje del sonido hacia el  lenguaje.
            Parafraseando a Nietzsche, las construcciones sonoras, (improvisaciones), son ficciones útiles, soportes provisorios para transitar territorios inciertos.
            La tentación de la escucha activa es condenar compulsivamente lo escuchado fijándolo a la certeza de la interpretación, acto congelante que deviene congelatorio.
            Interpretación congelatoria: “sentencia castigo”, dictada por un terapeuta que ha pasado por el juzgado de su pensamiento los decires y haceres de un paciente.



Me empezaron a interesar los medios silenciosos, el cómo se puede percibir el acto de escuchar a través de un medio que es ostensiblemente silencioso. Retrocedí en el tiempo y para mí supuso una gran revelación el encontrarme con un cuadro de mediados del siglo XVII cuyo autor era un pintor flamenco de género, Nicholas Maes.

Tenía una serie de cuadros que me impactó porque mostraban a un sujeto en posición central, escuchando. Se podía percibir que estaba escuchando porque tenía un dedo alzado a la boca y señalaba algo en otra zona del cuadro, y eso es el sonido. Se dirige al espectador del cuadro de forma muy directa y le dice: "Escucha conmigo"
David Toop


            La vocación por la inmediatez del desciframiento, paraliza la posibilidad de deslizamientos.

 “el sentido se desliza entre polifonías”
“el sentido se derrama por los bordes de la copa saturada en exceso de interpretación”
“el sentido no se encuentra  en la pregunta sino en preguntar”
            Pone en duda las significaciones declaradas como consagradas, erosiona lo establecido.
            La pasión por la traducción de las construcciones sonoras codifica y paraliza la aparición de lo imprevisible, restando incertidumbre estanca y deja en estado de secuestro lo que sobrepasa toda comprensión de una escucha no terminada en comprensión.
            A veces no es posible soportar el mareo ante tanta multiplicidad de sentido.
            No es que no se comprenda lo que suena sino que abruma tanta posibilidad de comprensión sonante.
            En la improvisación sonora se escucha aun lo que todavía no pudo sonar, no se trata de un adivinar anticipando sino de un sonar que propaga el decir antes de aparecer.
            Una experiencia de la primicia.
            Un acto circense del sonido haciendo malabares con la gramática
            La improvisación, una ocasión para la experiencia sensible.

No pintar la cosa sino el efecto que esta produce
Mallarme



 No es deducción “sherlocksiana”, sino que la construcción proferida llega tarde a lo que se está diciendo-sonando y suena sobre un silencio acallado hablando de otra cosa.
            Conviene a las construcciones sonoras,  el ropaje de la  interrogación aun en sus sonares más delirantes,  experiencia siempre dispuesta a desviarse por los caminos  menos pensados.
            Se trata del privilegio del vacío, de lo sonoro y no sonoro que no es silencio, sino potencia agazapada al acecho pronto a  saltar sobre la presa llamada musicalidad.
            Presencia saturada de lo no sonoro. (No se trata del silencio, sino  de un espejismo de ausencias).

Todo ocurre entre la copa y el labio (Dickens), como es el caso de la música.
            
Lo sonoro circula por exceso en tanto lo sonante se desplaza en los intersticios  por defecto.

(Scott Fitzgerald decía que un artista es un tipo
que puede tener dos opiniones fundamentalmente opuestas
 al mismo tiempo y, a pesar de ello, seguir funcionando).
            
No como faltante o como incompletud  sino como lo que hace falta, que pugna por aparecer, experiencia de vacío,  que no es lugar vaciado.

Dijo cierta vez Macedonio Fernandez,
respecto de la in-asistencia, de los invitados  a una reunión de escritores
“faltaron tantos que si faltaba uno mas no cavia”
           
 Un lugar disponible para alojar las figuras que ocupan el lugar del sujeto, un espacio huésped de las potencias que auxilian al individuo en el devenir de la vida.
            Lenguaje que sigue sonando aun después de acallarse en su  finitud, una rara sensación de permanencia desde lo efímero. Se instala ausente en estado de resonancia.
            La improvisación se ofrece como pasadizo, como deslizamiento entre grietas gramaticales  logrando sonar algo, sonando otra cosa.
            Cosa que se presenta como única pero condensada de  multiplicidades.
            En las construcciones sonoras hay un  sonar  que no sabe  todo lo que suena,
”La barca del sentido ignora todo lo que transporta”
            El sonido es soporte, transporte,  locomoción  de la cosa que lleva e ignora.
            La improvisación sonora busca el desvío, arriesga conexiones, va a la deriva vacila tratando de “linkear” nuevos rumbos, como el azar dialogando al azar.
            En la improvisación sonante  surge  lo que asombra, lo que conmueve, aparece como distracción, irrumpe inadvertidamente, emerge a la superficie para dar cuenta de “una”  existencia, como acudiendo al llamado imaginario del  incauto sonador sorprendiéndolo, poniéndolo  de cara a la vibración de un sentido cargado de simultaneidades,  aun a riesgo de aturdirlo. 
            La improvisación sonante, insinúa lo que no termina de sonar, detiene en el aire lo que está por concluir, relanza lo impensado, y se fuga de la captura y del captor.
            Resiste la clausura porque privilegia el desenlace sobre los finales.
            Es la oposición de los puntos suspensivos por sobre el punto final.
            La improvisación sonante deshecha el conflicto, porque seria un modo de aunarse a una identidad, le quita de encima la mirada, el interés  cuando lo ve pasar, y se enfoca  hacia el acontecimiento, para sonar más allá de lo conocido, para construir un sonarse de sí.
            La construcción sonora sirve al desatar, al des-anudar, problematiza el habitar una existencia sonora plena de novedades.
            Improvisamos sobre una  figura que ocupa el lugar del sujeto, es un comienzo, un principio solo como referencia fijada para pensar sonando.
            La fatalidad de toda repetición,-  en cuanto recurrencia,-  no es  repetir algo ocurrido sino que lo que se repite es la insistencia, una perseverancia musical de  forma y movimiento que se resiste  a fugar hacia nuevos horizontes sonoros.
            Las construcciones sonoras imantan afectaciones e intensidades, atraen percepciones que interpretan la convocatoria como invitación para  aparecer en superficie. La emoción se lleva por delante la incertidumbre.
            La máquina de sonar pone en marcha un estado de conectividad con la ilusión de producir algo, se  hace red articulando aquello que flota sin nombre y al azar, por la curiosidad de indagar lo disperso,  lo desconocido, aquello que desconcierta pero seduce como trama.
            Lo inexpresable es un personaje curioso y sibilino, espiando escondido entre los visillos del escenario de lo expresado.
            La improvisación sonante rescata la figura del sonámbulo, del que sonambulea a la deriva, promueve a el que divaga fantasmal entre los hechos y los deshechos de lo que suena sin rumbo fijo. Un deambulador insomne, que no logra conciliar el sueño y permanece en movimiento perpetuo.

La Escucha Recurso, Herramienta, Curiosidad
            La acción de escuchar, es estatuto y herramienta necesaria para la construcción del dialogo, y la interacción sonora.
            Experimentamos con la construcción de un decir en ida y vuelta, y de un escenario propicio para que la escucha potencie, las intensidades  se deslicen y las emociones fluyan.
            Oír acto fisiológico, escuchar afectación  psíquica.
            En el oír somos impactados por todo lo acústico que el lenguaje tiene, pero en el escuchar somos provocados a producir, intensidades significadas, mensajes no siempre acertados, no siempre correctos, no siempre en el blanco.
            El oír es lo obvio, lo que es, pero el escuchar es lo obtuso, lo sobreañadido, lo huidizo, testarudo y resbaladizo.
            Se escucha lo no sonoro, lo silenciado que no es silencio, sino la parte de la trama hablada que insiste en permanecer oculta.
            Se escucha la figura que ocupa el lugar del sujeto alojado en lo sonante.
            Entre lo obvio y lo obtuso, la espera, lo neutro, punto abierto a la posibilidad del habla.
            El oído no tiene parpados, esta siempre abierto, dispuesto a la receptividad aun escuchando aquello que no se quiere oír.

“la comunicación es un malentendido exitoso”.
             Una escucha dispuesta a incorporar el disenso, el malestar,  aun lo que daña, se trata de una escucha del no confort,  un aprendizaje de la incomodidad.

“a- finar es hacer fina la escucha”
“Ser un ojo que escucha y un oído que ve”
“Ver una voz”

Algunos interrogantes:
            Qué escucha ofrecemos al paciente?
            Cuando pensamos en escuchar, pensamos en escuchar qué?
            Cómo escucho? , Soy oído u oreja que esta por aparecer para el otro?
            Soy obvio u obtuso.
            El silencio resulta un modo de acción para la fluidez del dialogo, desde la           contemplación.
            Damos lugar al silencio como vacio sonoro, un in – sonoro, que no sea mutismo.
            Un silencio en espera, de esperanza, de alerta a lo que vendrá, detención acústica para escucharnos mejor en todo el potencial del decir.
            Un silencio como ausencia sonora de sí.
            El silencio interpelando al silenciado, obsequiándole  un tempo para componer fuerzas.
            Todo tempo se define a través de la potencia de la expresión, y no a través de la velocidad
            Diseños  funcionales para la conversación sonora.
Hablar -dejar  hablar- dejar  de hablar
Escuchar- escuchar-se- hacerse escuchar
            Sin interferencias.
            La interferencia es superposición, suplemento, ruidosidad mezcla de ruido y rugosidad..
             Un sin- sentido que obstaculiza la conversación.
            La detiene para que la voz del otro no devenga palabra.
            Clausura la posibilidad que el lenguaje haga su trabajo, se gane su jornada.
            Es monologo, y soliloquio.
            La palabra inter- ferir significa intervenir hiriendo, es una lesión a la comunicación y al encuentro vivencial que todo dialogo propone.
            La inter-versión se ofrece como posibilidad de involucrarse desde una perspectiva distinta. Otra versión de lo mismo pero más novedosa.
            Propiciamos una escucha que espere con entusiasmo la palabra del otro.
            Aloje tanto al decir ajeno como  al propio.
            Una escucha motivada por la curiosidad, y dispuesta al asombro.
            Que construya un universo sonoro de afectaciones produciendo humanidad.
            .Lo sonante es filosofía del tiempo encarnado en lo sensible.
            Dejar emerger, devenir. no hacer nada, estar atento a que nada se interponga en el proceso  y pueda dañarse.
            Así, uno es increíblemente activo y, a la vez, increíblemente pasivo.
            Uno no debe querer desear nada sino dejarlo venir, emerger.
            Susurrar es dejar oír la misma evaporación del ruido: lo tenue, lo confuso, lo estremecido se reciben como signos de acumulación sonora”




El susurro denota un ruido límite, un ruido imposible, el ruido de lo que, por funcionar a la perfección, no produce ruido; susurrar es dejar oír la misma evaporación del ruido: lo tenue, lo confuso, lo estremecido se reciben como signos de la anulación sonora. Y en cuanto a la lengua, ¿puede susurrar? Como palabra parece ser que sigue condenada al farfulleo; como escritura, al silencio y a la distinción de los signos: de todas maneras siempre que a demasiado sentido para que el lenguaje logre el placer que sería el propio de su materia. Pero lo imposible no es inconcebible: el susurro de la lengua constituye una utopía. ¿Qué clase de utopía? La de una música del sentido. La lengua, susurrante, confiada al significante en un inaudito movimiento, desconocido por nuestros discursos racionales, no por ello abandonaría un horizonte de sentido: el sentido, indiviso, impenetrable, innominable, estaría, sin embargo, colocado a lo lejos, como un espejismo... el punto de fuga del placer. Es el estremecimiento del sentido lo que interrogo al escuchar el susurro del lenguaje, de ese lenguaje que es, para mí, hombre moderno, mi Naturaleza.
El susurro del lenguaje. Más allá de la palabra y la escritura. Barthes.


El susurro como aquello que se contrapone al sonido del sentido.


Palabra como mundo en sí.
            Quien es lo susu -nante (entendido como un susurro sonante) en la improvisación sonora?….el lenguaje, con toda su expresividad sensible?



A un señor se le caen al suelo los anteojos, que hacen un ruido terrible al chocar con las baldosas. 
El señor se agacha afligidísimo porque los cristales de anteojos cuestan muy caros, pero descubre con asombro que por milagro no se le han roto.
Ahora este señor se siente profundamente agradecido, y comprende que lo ocurrido vale por una advertencia amistosa, de modo que se encamina a una casa de óptica y adquiere en seguida un estuche de cuero almohadillado doble protección, a fin de curarse en salud.


Una hora más tarde se le cae el estuche, y al agacharse sin mayor inquietud descubre que los anteojos se han hecho polvo. 
A este señor le lleva un rato comprender que los designios de la Providencia son inescrutables, y que en realidad el milagro ha ocurrido ahora.
Lo inevitable rara vez sucede, es lo inesperado lo que suele ocurrir
                                                           John M. Keynes








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